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Talleres lo tuvo en el final pero empató con Unión en el Kempes

La lluvia copiosa le daba un final épico a un partido con muchas emociones cambiantes y sensaciones viscerales en todo sentido. Penal en tiempo de descuento, remate y final pero estuvo el mismo verdugo del torneo pasado en el arco. Otra vez Moyano, como en la era Hoyos, le tapó el penal a Matías Godoy para aguarle el festejo que estaba cantado y que merecía.  

Talleres apenas por un descuido y por la puntería floja del final terminó empatando 2 a 2 con Unión de Santa Fe en un vibrante partido. Quizás no tanto desde lo estético pero sí desde lo vivido y sufrido con todos los condimentos:  Resultados cambiantes, momentos de nerviosismo pero con división de honores. Todo esto en marco del cotejo pendiente de la fecha 11° de la Liga Profesional, aunque en el saldo dio la sensación de que albiazul jugó con la cabeza puesta más en el duelo de la semana próxima ante Banfield por semis de la Copa Argentina. 

El albiazul supo encontrar la cura ante la tóxica ansiedad y una vez tranquilizado, había logrado dar vuelta un encuentro parejo en donde el principal rival era el propio Talleres.

Superada esa actitud ciclotímica, mostró lo mejor de sus variantes  y estuvo a un paso de ganarlo. Falló en ese mal repetido que tiene que es el retroceso defensivo y los espacios generados por ir al ataque,  y le facturaron, para aguarle el festejo final que merecía. 

El elenco dirigido por Javier Gandolfi arrancó superado por el rival y un tanto confundido, dejando espacios de manera obscena en su propio terreno. Por eso el “Tatengue” tomó rápida ventaja de la mano de Luna Diale, enganchando dos veces en el área, pero sobre todo, aprovechando un enorme espacio que dejó el equipo en el retroceso. Daba la sensación de que el equipo estaba más pensando en el duelo de la próxima semana ante Banfield por Copa Argentina que en otra cosa. 

Parecía que Talleres estaba más nervioso que de costumbre  y la gente aportó mucho en ese contexto, cuestionando cada fallo del dubitativo árbitro Rivero, pero provocando desaciertos con la pelota y ánimos más exaltados que de costumbre.  

Sin embargo su mayor virtud fue que nunca dejó de insistir. Y antes del descanso encontró su premio de la mano de  un cabezazo de Diego Valoyes y de una gran definición de Michael Santos en su reencuentro con el gol, para irse arriba al descanso. Ah, ambas asistencias de parte de la relevación, Rodrigo Garro. 

En el complemento la historia fue otra, luego del recibimiento en oscuridad con luces de celulares, para palpitar desde ya el cruce por la Copa Argentina. Y de contra otra vez sufrió dolores de cabeza, en ese mal repetido de Talleres. Juárez, con apenas pocos minutos en cancha y mojado por la lluvia copiosa, mandó a la red en dos tiempos una acción en el área, donde previamente Alan Aguerre había tapado un remate neto de gol. Dos chances de fusilamiento en la misma jugada es mucho regalo y la visita lo capitalizó. 

Cuando Talleres y la gente dejaron de pelear con el árbitro (había razones para hacerlo), encontró la tranquilidad suficiente para plasmar sus ideas de juego. Sin embargo no soportó el golpe del empate y no le encontró más la vuelta al campo anegado.

Ni con Ortegoza, ni con los ingresos de los veloces Matías Esquivel y Matías Godoy. Le faltó la templanza que sí tuvo en el primer capítulo y por eso dividió puntos ante un utilitario Unión que había jugado 48 horas atrás y no pagó consecuencias. Sin embargo es imposible obviar la acción del final, el penal sobre Rafael Pérez y la chance que desperdició Godoy ante un Moyano que por segunda vez en un año le amarga la fiesta cantada a Talleres, atajando un penal en tiempo de descuento. 

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