Y llegó la tranquilidad, con el grito sagrado, con el desahogo, luego de luchar e intentar ante las murallas polacas, apareció el temple y la filosofía de juego de Argentina que tan lejos lo llevó. Sufrido como siempre pero con alegría al final, en un estadio pintado de celeste y blanco, el combinado nacional derrotó 2 a 0 a Polonia en el último cotejo de la fase de grupos y se metió en octavos de final, ante más de 44 mil gargantas en el reciclable estadio 974. Ahora el mundial de Qatar 2022 es otro para los albicelestes, luego del tropiezo en el debut, ahora miran el panorama con otro optimismo, con miras a Australia.
El gol de Alexis Mac Allister fue un punto de eclosión, un hervidero que bajó de las tribunas después de tanta tensión. Y de presión. No era para menos, Lionel Messi había fallado un penal (inventado por el VAR por un golpe en la cara al astro luego de haber cabeceado) y habían tenido no menos de cinco chances claras. Era cuestión de que se desagotara un poco para golpear. Y claro, lo más importante fue que no hubo caídas anímicas, ni del equipo ni de Messi. Y el público colaborando con esa causa, alentando los 90 minutos.
No había forma de batir los reflejos de Szczeny. Le tapó dos a Julián Álvarez, un penal y un remate a Messi y una jugada casi gol olímpico de Di María. Si Polonia se mantuvo en carrera fue por su arquero, porque su libreto era limitado, respetado y disciplinado, sin salirse de algún pelotazo a Lewandowski.
Y llegó el grito del alma, con desborde del cordobés Nahuel Molina, centro atrás por lo bajo (por lo alto era imposible ganar) y conexión a la red de primera para Alexis Mac Allister y de esa forma poner la apertura del marcador. Todo fue una fiesta. Messi se enganchó, Di María acompañó, De Paul levantó el rendimiento, es decir, una verdadera comunión.
Y como si faltara algo, apareció el gol del nacido en Calchín, Julián Álvarez, tras un pase de Enzo Fernández, que redondeó un buen juego. Gol del «Araña» cumpliendo con el gol cordobés de cada mundial ante Polonia (acompañando a «Cacho» Heredia y a Mario Kempes) y fin del cuento.
Pudo meter no menos de tres goles más Argentina, una de Messi, otra de Álvarez que pegó en el costado de la red y muchos lo gritaron, y una Lautaro Martínez que ingresó para no perder ritmo, pero definió desviado. Igual la joda estaba instalada en las tribunas, ya con otros aires renovadores.
El festejo que se necesitaba para revitalizarse. No fue fácil, ahora mira octavos de final a la difícil Australia que dejó en el camino a Dinamarca. Pero por Argentina ahora es otro aire, vino bien el golpe en el debut con Arabia Saudita para sacar lo mejor del equipo. Empieza otro mundial y será clave recuperar a Messi, sobre todo en la hora de la verdad, porque su incidencia es vital. Mientras tanto, todo es ilusión albiceleste en las calles de Doha.